Ayer, 13 de junio, fue el Día europero de la prevención del cáncer de piel. Aquí dejo mi pequeña aportación a dicha causa. Quizá también encuentren algún que otro paralelismo con la actualidad.

Estimado presidente del gobierno, Sr. Cerebro:

Me lanzo a escribirle esta carta porque las señales que le envío a diario no deben resultar suficientemente claras, ya que no toma ninguna medida al respecto.

Lo cierto es que tengo una revolución formada en mi comunidad autónoma: las uñas, los lunares y los pelos se han sumado a la huelga general, no sé cómo calmarlos, así que no me queda otra que suplicarle un cambio de actitud.

Paso a enumerarle las quejas planteadas y sus respectivas peticiones:

Las uñas nos retan con no volver a crecer jamás, por lo que la señora no podría rascarse cuando le envío una señal de picor. Insisten en que le pida que jamás vuelva a enviar la orden a nuestra jefa para que las corte y mucho menos con los dientes. Las tijeras causan estragos, las deja deformes (en esto yo misma le insisto ya que los filos puntiagudos producen raspones y hasta heridas) o demasiado cortas (llegando a mi parte sensitiva o haciéndolas crecer hacia dentro produciendo daño). De la cochinada de los dientes, mejor ni hablar.

Los lunares amenazan seriamente con convertirse en melanomas si usted no deja de llevar, a este cuerpo nuestro, al sol sin protección. Por si le sirve de algo, el otro día mientras me friccionaba con otra piel de un humano varón, me contó que:

• Su dueño usa siempre una crema con factor de protección solar alto (y de tacto ligero, que no deja sensación grasienta, en ese momento la tenía puesta y le recuerdo que era sumamente agradable), sin olvidarse de los pies o de la espalda, que es donde con mayor frecuencia aparece nuestro cáncer.
• Nunca se expone al sol entre las doce y las cinco.
• Usa gorro cuando está en la playa (los pelos de la cabeza también se lo agradecerían, me han dicho que se lo haga saber, pero de ellos le hablaré más adelante). Y suele pasar mucho tiempo debajo de la sombrilla.
• Usa diariamente una crema facial hidratante, con protector solar (lo primero se lo ruego yo y lo segundo los lunares).

En este tema del sol yo misma quiero hacer mi reivindicación. Es muy desagradable cuando se producen las quemaduras (tan frecuentes, por desgracia en este caso): la irritación, la tirantez… Pero por favor: dígale a la señora que no se arranque la piel vieja, es inaguantable. A propósito de vieja, en lugar de treinta, nuestra dueña, parece tener cuarenta (eso me dijo la fuente a la que anteriormente hice referencia, la del veinteañero del restregón) y eso se debe, muy señor mío, al envejecimiento prematuro producido por los agentes externos (de ellos el más relevante: el astro rey).

En cuanto a los pelos, los pobres han sufrido tantas agresiones en estos últimos años que casi no le quedan fuerzas ni para quejarse y saben que su lozana vida llegará casi a su fin en, aproximadamente, treinta más. Así que, aunque en realidad son los que más sufren, su limitado futuro acalla sus voces. Pero aquí estoy yo para salir en su defensa. Cuando nuestra dueña se inició en la fea costumbre de depilarse, lo hacía con hojilla (a ellos no los mataba, el corte les hacía renacer con mayor fogocidad, pero en mí producía deterioros importantes). Peor aún era la cera; el calor era insufrible, los tirones crueles y el dolor, insoportable. La depiladora era peor para ellos, los enredaba despiadadamente hasta que terminaba arrancándolos de raíz. Son muy sufridos los pobres, pero esto de la foto-depilación me parece realmente inhumano. A mí no me molesta, es cierto, incluso me beneficia porque no se expone a los rayos UVA durante el tratamiento. Pero ellos, los pobres… ¡seis meses muertos y su renacimiento debilitado! Debe pensar seriamente en hablar con ella, los pelos tienen muchas misiones importantes para mi protección que usted no debe olvidar.

Sin embargo los de la cabeza son más reivindicativos, al estar tan cerca de donde se cuece todo, les resulta más fácil que se escuche su voz, los de la periferia… sufren la lejanía. Aún así, también debo defenderles. Le aconsejo que informe cuanto antes de que, si sigue usando esos tintes tan agresivos, amenazan con caerse de forma prematura y dejarla con unas calvas de impresión. ¡Ah, casi se me olvida! Las canas insisten en querer ocupar su lugar en el mundo, necesitan dejarse ver (ya les he dicho que esto último me parece difícil de conseguir).

Debo despedirme. Acaba de entrar un ejército de gérmenes al lado de la nariz y debo informar a las células T para que vengan a defendernos. De la batalla quedará un cúmulo de pus; por favor, le ruego que no permita que la señora se lo estalle, ya que  volverá a dejarnos a la intemperie y la cicatriz no quedará nada bonita (de eso me encargaré yo, como no reflexione ante lo expuesto).

Antes de acabar, me gustaría hacerle unas peticiones a título personal, lo haré brevemente porque no dispongo de mucho tiempo. Insístale a la dueña para que:

• ¡deje de fumar! Ya no soy capaz de combatir más puntos negros
• use geles de ph neutro
• me hidrate a diario
• y, de vez en cuando, se realice un peeling (no es sencillo para mí cargar con tanto muerto).

Atentamente, la comunidad autónoma de mayor extensión,

LA PIEL.

Escrito el 06 de junio de 2010