INOCENTE MALICIA


Ese día pensé que me iba a librar.

Como siempre que escuchaba el timbre me acerqué corriendo, acompañado por el tintineo del cascabel de mi cuello, para olfatear a través de la línea de luz que se filtraba en el suelo. No tuve tiempo de escapar. Cuando percibí aquella mezcla de olor a polvos de talco y a bragas sucias, mi dueña ya había abierto la puerta con el mismo movimiento con el que sacó mi correa del armario y se la dio al angelito.

Casi todas las mañanas aparecía esa niña por la puerta, entonces yo no podía dejar de temblar. Es cierto que pocas veces he visto un ser humano tan bello. Con esos enormes ojos vedes y esas pestañas rizadas de infarto. Pero nunca he vuelto a encontrarme con alguien que me hiciera tanto caso, demasiado para mi gusto.

Ven aquí Ritito bueno, no te haré daño… ―al escuchar su voz, se me movió hasta el último pelo de mi pequeño y sufrido cuerpo de caniche.

Iiiiiimm, Iiiiiimm ―le supliqué a mi dueña. Pero me ignoró.

Me quedé petrificado. Como una de esas estatuas en forma de canes  que me miraban amenazadoras, desde la seguridad de su existencia de bronce, en la plaza de Santa Ana.

Intenté no mover ni un músculo, ponérselo difícil para que desistiera. “¡Maldita cera!” Desde luego era precioso verme reflejado en aquel suelo, incluso ver la figura de los humanos cambiar su forma en el mármol. ¡Pero cómo resbalaba!

Me deslizó por todo el pasillo, hasta que llegamos a la despensa. “Ahora sí me escaparé, tendrá que soltarme para coger la escalera.”

Aquí quietito, no te preocupes que es sólo un momento. Desde que coja lo que quiero, mamá volverá contigo ―me dijo mientras ataba la cadena al manillar de la puerta.

“¿Se pensará que soy su hijo? ¡Dios me libre! Menos mal que la única madre que recuerdo, fue la tetina del biberón de la leche tibia y el único padre el tic-tac del reloj que me ponían en la cesta cada noche.”

“Al menos cuando la vean con el chocolate, la castigarán y por fin seré libre.”

No sé cómo logró alcanzar la enorme tableta. Con el botín bajo el brazo, me arrastró de nuevo hasta mitad del pasillo, entró en una habitación y desde ella accedimos al patio interior. Estuvo un rato para deshacerse del envoltorio, enrolló la correa alrededor de su pequeña mano, y comenzó a mordisquear las onzas. La mezcla de olor a bajante, babas y aquella pasta marrón me estaba produciendo náuseas.

No tardaron en escucharse voces…

 ¡Laura, Laura! ¿Dónde te has metido? ―gritó mi posible salvadora.

¡Tampoco aparece Rito, mamá! ―dijo la tía de la niña― ¡Rito, sss, sss, Rito!

¡Ay Dios, esta niña me va a sacar del mundo! ―de nuevo la abuela.

Comencé a mover desesperadamente la cabeza para los lados, tratando de hacer sonar el cascabel.

Tardaron un rato en llegar hasta el zulo donde me había metido. “¡Mira que los humanos son duros de oído!  Al fin la libertad” ―pensé. Pero no me esperaba la reacción de las dos mujeres: se echaron a reír como si estuvieran convulsionando. La niña mostraba su sonrisa cautivadora rodeada de un cerco marrón bastante grueso. La tía salió del patio casi volando y regresó con una máquina negra colgada del cuello, que cuando hacía tic disparaba una luz centelleante.

Tuve que esperar aún algunos tics hasta que se apiadaron de mí y me liberaron de mi secuestradora. Entonces eché a correr, como si fuera un galgo, para esconderme debajo de la cómoda del salón.

Jamás volvería a salir de allí mientras aquel diablo felino estuviera en la casa.

Escrito el 19 de abril de 2010


10 respuestas a “INOCENTE MALICIA”

  1. Pobrecito Rizo. Al final de sus días alguien le dió mimos y caricias…hasta que se reunió con Bruno. Recuerdo mucho esa época…

    • Pues sí, durante su larga vida, pasó por muchas situaciones pero sin duda durante sus últimos años fue donde más cuidados recibió. Y de eso tú, Escipión, te encargaste personalmente. Infinito.

  2. jjajajaja qué gracioso y qué bien contado, me encanta!!!aunke no aparezca la hermana mayor de laura, q tb estaba allí… jejeje, sigue así, un besoteee

  3. Lo he tenido que leer un par de veces para degustarlo con una gula tan golosa como el chocolate de la niña. Esta entrada tuya es purita delicia.
    Mis felicitaciones.
    Un abrazote.

  4. Pobre perrito por lo menos le tenías que haber dado un poquito de chocolate. Me ha gustado mucho lo de la madre tetina y el padre tic-tac.
    Veo que de estancamiento nada de nada.

    • Sí, Miguel, desde el relato de la piel no he vuelto a escribir nada. Me limito a retocar lo ya escrito y publicarlo. Estoy en estado de latencia. Ojalá vuelva a activarme pronto. Quizá la nueva propuesta mensual me ayude.
      Espero que finalmente tengas suerte con lo tuyo.
      Un besote.

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