Hace poco leí a alguien que criticaba que hoy en día todo el mundo se dedica a escribir, el tono me sonó despectivo. Me sentí aludida y me hizo reflexionar al respecto. Otros dicen que escritor es el que escribe. Yo digo que el que escribe lo hace porque disfruta haciéndolo, porque le llena, porque le hace vivir más plenamente y, por supuesto, porque le gusta que le lean. No veo nada malo en ello, no se le hace mal a nadie. El que no quiera que no lea.
Lo cierto es que yo escribo porque me gusta. Me gusta la magia de que las historias y los personajes tomen forma en mi cabeza. Como una vez escribes una palabra continúa fluyendo el resto. Como de una idea pueden crecer otras totalmente diferentes a la primera. ¡Es pura magia, sí señor! Me encanta perfeccionar los textos, comentarlos con otros, que me den su opinión para mejorarlos. Aprender en grupo ha sido, y es, una experiencia muy enriquecedora.
Cada escritor (o persona que escribe y que disfruta escribiendo) tiene una mirada distinta que es sólo suya. Como su mapa genético. De igual manera, cada lector tiene una propia. De este modo lo escrito se multiplica por el número de lecturas. Es diferente cada vez que es leído. En esto consiste, para mí, la magia de la literatura.
También me fascina aprender. “Sólo sé que no sé nada” (Sócrates): me parece una de las grandes verdades de la vida. ¡Hay tanto por aprender! Todos los días aprendemos algo pero jamás lo sabremos todo. El conocimiento es inagotable. ¿No es magnífico?
Conclusión: Me gusta escribir y aprender. Así que intento aprender a escribir, simplemente. Y el mejor modo de aprender a escribir es leyendo y escribiendo. A veces me atasco, necesito un motor, algo que me obligue a sentarme a hacer lo que me gusta. Si me dejara llevar por las múltiples obligaciones diarias jamás escribiría. No soy escritora, es cierto, no me dedico profesionalmente a ello. Esto es un hobby, tengo mi trabajo, mi familia, mi vida… Pero me hace feliz, ¿por qué no hacerlo? Los concursos, los retos, los temas del mes de mis compañeros de grupete, este blog… me proporcionan una excusa para arrancar.
Me queda mucho por aprender. Jamás dejaré de hacerlo. El aprendizaje es infinito. Repito: ¿no es magnífico?
14 respuestas a “REFLEXIONES DE UNA ¿ESCRITORA?”
Sólo conozco a una persona capaz de haber hecho esa crítica y en ese tono. Yo que tú no le haría mucho caso, y menos en el tuyo.
Creo (eso me dijo en la última borrachera) que le encanta cómo escribes precisamente o gracias a que «no» eres escritora. Por suerte te sobra talento y careces del ego de quienes se autoproclaman escritores porque escriben o porque viven de lo que escriben, que no es lo mismo pero es igual.
¡Fiiiu! Me alegra oir (o leer, mejor dicho) eso. Me has pillado de lleno, antes incluso de salir de la página del administrador. 😉
Si fuera posible que esta cara tan morena se sonrojase te aseguro que estaría como un pimiento. Gracias por tus palabras, no sólo por pensarlas, sobre todo por decirlas. Me siento enormemente halagada. No me lo esperaba. Estos empujoncitos me animan mucho, aunque en ocasiones me producen vértigo. Pero de verdad, te lo agradezco un montón. Nos seguimos leyendo.
No sé. Alguien me dijo en una ocasión que yo con poco era feliz. Me pareció el mejor halago que me podían decir, la verdad. En las pequeñas cosas, aunque éstas sean anónimas ( o casi ), hay mucha felicidad, pasión, cariño… Es el «pequeño» abono con el que se enriquece nuestra alma ( la que vive en el cerebro ).
Más allá de reglas, academicismos y corsés, está lo que fluye de manera innata, guste o no a profesores, compañeros y alumnos. En personas imaginativas y apasionadas, esto es un don…para disfrutarlo de la manera más intensa posible. Y en los que no estamos dotados para el arte, nos produce mucha envidia. Y punto.
Te recomiendo el libro «Egos revueltos» de Juan Cruz, donde se describe con claridad como se mueven los consagrados del mundo editorial.
Ser feliz con poco es un gran virtud. Quizá la VIRTUD. Te copio mi canción preferida, de El Último de la Fila, te la mereces.
«En mi pecho, corazón,
late libre, sin temor.
Déjame ser verso de amor,
la devoción de un amigo.
Mucho tiempo sombra fuí,
en mi mismo me perdí.
De tí aprendí a ser la mano que da
sin recibir,
generosa y leal.
¿Qué es la vida? absurdo trajín.
Dame alma, calor.
Ser tan limpios como la nieve que cae.
Todo tiene quien todo da.
Nada espero, nada sé,
nada tengo, sólo fe.
Y donde estemos, saber estar;
aunque sea ingenuo, no codiciar.
Nunca ceder ante la adversidad.
Quiero tener la alegría
del que está en paz.
Mis cadenas he de romper;
fuera penas, amargas como la hiel.»
INFINITO
detrás de cada acción hay un motor. detrás de escribir, obviamente, también hay uno, y suele ser uno bien grande. lo que ocurre es que para cada cual suele ser un motor diferente, y así está bien. y los que no tienen ese motor, y si otros, para otras cosas, les cuesta entender qué nos motiva. intolerantes en todos lados hay, y suelen manifestarse con ese aire despectivo de superioridad sobre todo lo que lo rodea. y si tiene un buen sueldo, todavía más. nosotros, a lo nuestro, a aprender!!
Creo que en este caso concreto estaba equivocada. Malinterpreté las palabras del que escribió. Evidentemente esos seres existen y si nos vamos adentrando en este mundo nos los encontraremos irremediablemente. Nosotros, como bien dices, no debemos perder nuestro norte. 😉
Pues a mí me gusta leer lo que escribes y bastante orgullosa que estoy de tener una escritora como amiga,no hay muchos por ahí que puedan presumir de eso.
Un beso .Nuria.
Cuando aparecen las dudas estos empujoncitos me dan mucho ánimo. Saber que tienes lectores fieles sí que es motivo de orgullo y si son amig@s todavía más.
Me temo que hasta el miércoles no nos veremos, l@s echo de menos. Muaaacc!
Raquel, estoy de acuerdo en lo que dices. Hay que seguir adelante siempre buscando el disfrute en esto de escribir sin hacer caso a lo que digan. Francisco Umbral dijo una vez que ahora que las mujeres todas tenemos lavaplatos ya nos creemos que podemos dedicarnos a escribir, como si esto estuviera reservado a unos pocos privilegiados entre los cuales se encontraba él claro está. Propongo este lema «Tenemos lavaplatos, y qué?» 😉
¡Fuerte elemento el Umbral! No conocía esta anécdota. Me encanta tu lema pero yo aún no puedo gritarlo (llevo dos días de obras en casa, entre lo previsto está poner lavaplatos en la cocina, 😀 😀 ). Te aseguro que desde que lo tenga me uniré a tus reivindicaciones (eres la caña). Un besote enorme.
Seguramente al ignorante que escribió eso le parecería mejor que nos dedicáramos a quemar bosques, fabricar bombas caseras, torturar gatos,… Vamos, un sinfín de actividades mucho más edificantes y entretenidas. Dime quién es, que la próxima vez que me ponga delante del ordenador voy a pedirle permiso antes de escribir algo, no vaya a molestárseme el hombre y luego sea peor.
¡Hola Ascen! Me alegra saberte de vuelta. Todo fue un malentendido, lo bueno es que me llevó a reflexionar y de ahí nació este debate. Se refería a escritores que se creen superiores por haber publicado o por vivir de ello, con más ego que talento. No a nosotros que, simplemente, disfrutamos intentando aprender a escribir.
Un besote enorme.
AL ESCÉPTICO: «Escribo porque tengo un mundo que tú no conoces en el que el viento hace un camino alrededor del planeta. En el que los payasos lloran y los humanos son invadidos por extraterrestres. Escribo porque en mi mundo no hay puertas, ni ventanas..y puede entrar y salir quien quiera, porque lo comparto con todo el que desee conocerlo y ser feliz en él. Escribo para mí y para tí, para llenar de colores la vida y para darle a mi imaginación al menos la mitad de lo que ella me regala a mí..¿O acaso ya no recuerdas qué es la imaginación?»
Dicho queda.