Papá solía morirse dos veces al día. Tras el desayuno y la cena: dos pastillas violetas; le quitaban el dolor, le transportaban… Jamás nos enteramos, jamás perdió su sonrisa; es cierto que durante el último año parecía algo adormilado, pero ni la más mínima sospecha. Hasta el día que recogimos las cosas de su cuarto para que mamá no tuviera que pasar aquel mal trago; bastante tenía ya con llevar luto en pleno agosto. Allí encontramos su secreto: los blíster de morfina que en silencio fue vaciando para poder seguir sonriendo.
Micro enviado a Relatos en cadena.
3 respuestas a “UNA MONEDA PARA CARONTE”
Éste 🙂
guau… muy bien llevado 😉
Me alegra mucho que les guste. Besotes!!!