SINTONÍA VIVALDI 4ªparte


Julia no responde. En cuanto Tomás ha comenzado a hablarle algo le ha resultado familiar. No acaba de descubrir que es. Escruta las facciones del hombre sin comprender y sin poder controlar una de sus piernas que ha comenzado a moverse compulsivamente. Hacía años que no le pasaba. El hombre se ha dado cuenta; sonríe nervioso. El rostro de la mujer se vuelve a relajar y la pierna ralentiza su vaivén. Es ese hueco entre el colmillo y el incisivo cubierto por un diente de oro. “Sabes, tu diente me recuerda a mi padre” ha dicho sin convicción, sospecha que no ha acertado, que no es eso lo que le suena. ¿Qué importa? Intenta espantar la extraña sensación de tensión que su cuerpo emite como una protesta, no va a dejar que nada entorpezca lo que tanto ha luchado por recobrar: La ilusión de volver a enamorarse; de volver a confiar en los hombres hasta el punto de aceptar una cita con un hombre desconocido. Un hombre del que no recuerda su voz a pesar del dolor que le provocó o precisamente por eso. (Miguel)

Julia no pudo evitar que la voz le temblara al hablar.

 ―Disculpa. ¿Decías? ―Inmediatamente sonrió nerviosa.

―Que si prefieres caminar o que busquemos algún lugar para tomar algo.

―Paseemos un poco, si te parece, creo que vi unas mesas en la entrada.

“Desde luego sigue tan estúpida como siempre”, pensó Tomás.

 ―Perfecto.―contestó e hizo un gesto con la mano para que marchara ella primero, siempre le había gustado verla desde atrás. Y poniéndose a su altura continuó ―He de confesar que tenía miedo de que fueras un monstruito, por eso de no querer mandarme nunca ninguna foto.

―Quería que me conocieras realmente, por dentro, sin dejarte influir por la apariencia exterior. Tampoco abrí la foto que me enviaste, reconozco que la sorpresa ha sido aún mejor de lo que esperaba―. Ahora Julia hablaba hasta con las manos.

―Me tomaré eso como un halago. Lo cierto es que yo tengo la misma sensación. Julia, es como si te conociera desde siempre. Me costó comprobar que tienes tres dimensiones, que te mueves, que gesticulas, que sonríes…

―Yo tuve un momento de shock, pero ya me he acostumbrado a verte en movimiento y, sobre todo, a tu voz.

―Quizá hubiera sido mejor que hubieras abierto la foto. Salía sin sonreír, sin el destello dorado, quiero decir.

Ella se echó a reír tímidamente.

―A mí no me molesta. Como te dije, mi padre tenía uno y me parecía el hombre más guapo del mundo.

Tomás sintió su estómago revolverse y volvió a acariciar la empuñadura. Estaba deseando cumplir con su objetivo. Aguantarla era una auténtica pesadilla. (Raquel)

Coninuará…

Escrito con Miguel Torija Martí en octubre de 2010


4 respuestas a “SINTONÍA VIVALDI 4ªparte”

  1. Me gusta ese final Raquel.
    Estoy intrigado por la empuñadura y por ese objetivo.
    ¿Dónde nos llevará esta historia?
    Lo mejor del caso es que no tengo ni idea.

    Te debo 200 palabras …

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: