MI QUERIDO SEÑOR
Ayer hubo mucho ajetreo en la casa. Tuve que abrir la puerta a numerosas visitas. El señor se encontraba en el centro del salón, de cuerpo presente, mientras la señora recibía los pésames. Parecía disgustada, como era de esperar. Yo sabía que era todo apariencia. Siempre lo supuse pero ayer se confirmaron mis sospechas.
Bernard Walls, amigo de los señores, llamó a parte a Augustus Denis (no solo amigo, sino íntimo de la señora, como pude descubrir). Se escondieron en un rincón, al ladito de la cocina, donde pensaban que nadie podía escucharles. Entonces el señor Walls le contó en un susurro lo que al difunto señor le quitaba el sueño los días previos a su muerte. De hecho fui yo la que encontré la factura en un bolsillo del abrigo de la señora. El precio de la pipa de espuma de mar me pareció desorbitado y, teniendo en cuenta que el señor jamás fumó, me pareció oportuno que supiera en qué o por quién gastaba ella el dinero que tanto esfuerzo le costaba ganar. Por eso la dejé en su mesilla de noche, después de, como otras veces, acostarme un ratito por su lado para aspirar el olor de su cuerpo. Imaginándome retozando con él entre las sábanas.
El muy listo de Augustus le propuso a su confidente que no desvelaran a nadie el secreto. Ahora entendía las visitas a horas indecentes, siempre cuando el señor no se encontraba. Menudo canalla, haciéndose pasar por amigo sincero.
El señor sí que era un caballero de pies a cabeza. Por más que le provocaba, que ponía mis posaderas en su cara cuando recogía algo que a propósito había tirado delante de su sillón o cuando le acercaba mi escote ante sus ojos, jamás dio muestras de la mínima reacción. Y ahora estaba allí, frío como un témpano, jamás volvería a calentarse. Pero esos dos traidores ahora tenían vía libre. Mucho debía quererla para quitarse la vida al conocer la verdad. Yo sí que le hubiera dado vida de la buena.
Juraría que vi sonreír al cretino fumador mientras se acariciaba un bulto en el bolsillo de la chaqueta.
Maldita la hora en la que dejé aquella factura sobre su mesita de noche.
Pobre señor mío, Dios lo tenga en su gloria.
(En 1ª persona contado por la criada).
RECETA DE SALSA AGRIDULCE
Ingredientes:
– Augustus (amigo traidor fumador, en el jugo de manzanas agrias)
– Franz (marido no fumador sazonado con mentiras de María)
– Bernard (amigo dulce)
– María (mujer picante y volátil)
– Factura de pipa de espuma de mar (espesante)
En caldero oscuro, previamente untado en el fondo con tristeza por la desaparición de Franz, se vierte Augustus en el jugo de manzanas agrias mezclándolo con Bernard.
Se bate hasta que alcance el punto de intimidad necesario. La dulzura de Bernard quedará impregnada en el amigo traidor tras filtrarle las dudas que Franz le confesó antes de su fin. Siendo Augustus el catalizador por el que Franz se quedó tieso como jarea por el exceso de sal marina de las mentiras de María.
Airear los cuatro ingredientes con una factura de una cara pipa de espuma de mar, esto proporcionará a la mezcla la textura espesa adecuada.
Franz se evapora por el ardor de María al mezclarse con Augustus.
Resultado: Salsa agridulce, fácil de encontrar en la mesa de cualquier hogar.
(Como receta de cocina).
Escritos en diciembre de 2010
8 respuestas a “Ejercicios de estilo”
Mucho tiempo sin pasar por aquí… No voy a decir que me sorprenda el título del post pero sí el signifcado contrario. Si el estilo necesita ejercitarse no es estilo ni nada parecido. Por suerte, tú no necesitas gimnasio.
Me alegra que te sigas pasando (la verdad es que te echaba de menos). Ya sabes, los aprendices nos dedicamos a practicar… es una forma de probar con cosas nuevas. Espero que no tardes tanto en volverte a refrescar los pies en esta orilla. Gracias, como siempre, por los piropos.
Me gustó desde la primera vez que lo leí. Es nuevo, fresco. Un nuevo registro que me hace pensar que estás volando cada vez más alto. Infinito
En mis vuelos suelo ver a un chico con una cámara colgada del cuello volviendose loco para capturar a los aviones que pasan a mi lado. Gracias por tu incondicionalidad. Infinito
genial Raquel!!! muchísimo mejor que aquel boceto anterior! ahora es un cuento completo, limado, consistente y vista la receta final, de sabor magnífico!
bicos
Querido mendigo, tú solo habías leído la receta (que podría ser, perfectamente, la de un churro). Se hace más comprensible al leerlo a continuación del primer ejercicio. Es cierto que han sido limados y, en cualquier caso, me encanta que te encante.
Bicos canarios para mi niño galego.
Una «receta» llena de imaginación. Me gusta ese toque entre instrucciones culinarias y las acotaciones de una obra teatral.
Besos
Ya sabía yo que todo lo que ocurriera alrededor de una cocina te iba a interesar. 😉
Besos para tí también.