INFIERNO HELADO


No puedo evitar que la pierna se mueva sin parar. Desde la última vez, se mueve cuando estoy quieto. No sé qué hora será. No sé cuánto tiempo llevo aquí. Fueron listos al no poner un reloj en la pared. ¿Pero ni un cuadro? Pobre hormiga o araña o lo que sea, desde aquí no la veo bien, pero no va a llegar a ningún sitio. Le espera una larga pared infinita, blanca, lisa, como el infierno helado del capitán Scott. Esa gota que cae. Debe ser una gotera, quizá el bajante. Puede ser que el hombre del tiempo acertara esta vez. No he traído paraguas. Me duele el culo, estos bancos de madera son para los enemigos. La señora de enfrente quizá esté momificada. Parece que no respira. No tiene prisa. No tiene vida. La puta luz le vuelve la piel verde. Aquí dentro siempre será de día, qué más dará la hora. ¿A quién le importa el tiempo de los que esperamos sin derecho a desesperar? ¡Joder, me cago en diez!  Probaré a respirar despacio, el nudo en el estómago me lo está retorciendo. Ni siquiera sé si yo seré el siguiente o la puta vieja. Creo que se me escuchan las tripas. Mi madre siempre me decía que a los sitios se debe ir almorzado. No hay nada peor que descubrir a tu lado a un hambriento. ¡Mierda! Me huele a tabaco, pero aquí, como en casi todos los sitios, debe estar prohibido fumar. Quizá aquel señor fume. ¿Si me acerco y le pido uno para cuando salga? También me decía mi madre que jamás debemos pedirle nada a un extraño. Estoy deseando llegar a casa. Parece que están tirando baldes de agua. ¡Joder, me voy a empapar! ¡Pues sí que ha avanzado la hormiga-araña! A ver si sale la gorda a llamarme de una vez. Si llama a otro le hago un corte de mangas y me doy media vuelta. ¡No te jode! La verdad es que no tengo otra cosa que hacer, pero ¿por qué coño tienen que jugar con mi tiempo? ¿Y si me voy? Hay una tela de araña en la esquina, o va a su casa o dentro de poco estará tan inmóvil como yo. Quizá me quede alguna colilla en el cenicero. Me la fumaré y me acostaré apretándome la barriga para que no me duela. Parece que esta pierna se mueve menos que la otra. De nuevo solo la gotera. Quizá no me moje. Si me hubiera traído la libreta. Voy a coger aquel periódico que alguien debió… Ese ruido… Parece que ya se mueve el pomo de la maldita puerta.

Raquel Romero Luján (Escrito entre el 9 y el 13 de marzo de 2011)


4 respuestas a “INFIERNO HELADO”

  1. El nerviosismo del protagonista se transmite al lector con desasosiego, como fuéramos nosotros los que esperamos. Me pregunto si la puerta que se abre tiene el rótulo de «psiquiatría».

    Interesante. Saludos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: