Toca jotas, efes, zetas, oes… Sin pausa. Sentado con el portátil sobre sus rodillas, desliza sus dedos como locos enamorados jugando a besarse. Una y otra vez, una y otra vez. Sin descanso.
Cuando la primavera calienta, lo vemos sentado en la terracita de la plaza. Cuando las nubes se burlan de nuestros tirantes, aparece en el bar de la esquina. Le da igual quién lo mire, él bucea entre las teclas que acarician sus dedos. Quizá piense que trabaja. Quizá crea que escribe un informe.
Vigilándolo de cerca, su cuidador le permite imaginar que está cuerdo.
7 respuestas a “EL PENSADOR DE PLASTILINA”
¿El cuidador también juega a estar cuerdo? ¡Pues dile que deje de vigilarme!
Interesante…
Erre que erre.
No se sabe quién vigila a quién, ni quién está cuerdo y quién no…
Abrazos suaves.
me encanta!!!!
ay, casi hasta me veo reflejado…
genial genial
¿Será un mendigo trascendental el que tiene sus dedos pegados a unas teclas?
Bicos canarios.
¿será? 😉
Me ha encantado, casi puedo verme en alguno de esos rincones. Descubrí es blog por casualidad, y he de reconocer la alegria de saber que alguien de la tierra plasma así sus ganas de escribir. Un saludo
¡Bienvenida Ana! Gracias por pasarte por mi orilla. ¿Existen las casualidades? Un placer encotrarte.