Adoras el silencio. Te pones los tapones y disfrutas de la carrera de los árboles tratando de ser los primeros en desaparecer de tu vista, entonces te das cuenta de que suena ópera; parece que empezó en el momento en el que decidiste aislarte.
Sientes el traqueteo en el cuerpo pero el único chucu-chucu que oyes es el de las cotorras de al lado.
¿Pero qué hace esa mujer? ¿No habrá nadie que la sujete?
Cierras el libro, te quitas los tapones y te acercas a la nevera para coger otra cerveza que acompañe tu lectura.
Escrito en Julio de 2011