Si te cuento cómo es Leonor tú tampoco podrás evitar enamorarte de ella. ¿Qué cómo sé su nombre? No me ha resultado difícil averiguarlo, aquí todo el mundo se termina conociendo.
Es verdad que los veranos han pasado y siguen pasando sin remedio. Pero ella no ha perdido ni una pizca de frescura en los ojos. ¡Le sienta tan bien el moreno! Siempre la observo antes de empezar, cuando el público va llegando. Cuando pasa al lado de los coches perfecciona su reflejo en los cristales: se retoca un rizo o se quita carmín, lo que toque. Parece insegura como si se sintiera una hormiga en Nueva York. Sin embargo, se vuelve poderosa cuando empieza a cantar, como la matriarca de la tribu. Es cierto que desde donde estoy solo puedo ver su cabeza brincar o moverse de un lado a otro, sus manos dando palmadas o meciendo (antes) el mechero y (ahora) el móvil en los temas lentos. Ya sé que tú solo te hubieras fijado en el bamboleo de sus tetas, pero (aunque digan lo contrario) no todos somos iguales.
Hasta ahora parece una chica normal ¿no?, pero no lo es, nunca lo ha sido y espero que jamás lo sea. No es solo que se transforme cuando canta (si me la imagino haciéndolo en la ducha, uff…) es la luz que desprende. Que no me pongo cursi, te lo juro, no sabría decir bien lo que es: melancolía, nostalgia. Desde jovencita la tenía, entonces pensaba que eran las ganas de encontrar a alguien que la amase. Solo un día la vi con un hombre, ella apoyaba la cabeza en su hombro y a mí me entraban ganas de saltar del escenario y partirle la cara al intruso. Al día siguiente supe que era su marido. Pero después siguió viniendo sola. Continuó transmitiéndome la sensación de que necesitaba que la cuidaran, de que echaba de menos a un verdadero compañero. Pero yo no podía hacer nada, había perdido mi oportunidad, debía conformarme con contemplarla durante las casi dos horas de concierto más los bises. Eso sí, siempre estaba ahí, nunca faltaba. Menos hoy.
Ahora entenderás porqué quiero emborracharme, porqué maldigo mi suerte. Es cierto que nunca me miró, tú acaparas todas las miradas, por algo eres el vocalista. Debí coger el micrófono por una vez y gritarle que yo era el hombre que ella esperaba. Aunque hiciera el ridículo, debí haberlo intentado.
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Es normalito lo sé, ni siquiera canta, solo toca la batería (como los dioses, tienes razón). Me encantaría ser su baqueta. No me llames absurda, ni infantil, ni cobarde. Probablemente soy todas esas cosas, pero no me gusta que me las digas. ¿Qué pretendías que hiciera? ¿Qué me presentase en su camerino después de un concierto? Así las tendrá a patadas, se hubiera reído de mí.
Sé que es el hombre de mi vida aunque jamás me haya, ni siquiera, mirado. No te rías. Sé que estamos hechos para estar juntos. ¿Qué tiene de malo ser una romántica? Vale, ya no, ya tengo edad suficiente y un divorcio a mis espaldas como para seguir creyendo en cuentos de hadas o en príncipes azules. Por eso no fui hoy al concierto. Se acabó vivir entre nubes. Oye, y gracias por quedarte conmigo. Por eso estoy aquí, no me culpes encima por beberme dos copas de más.
¡Oye! No puede ser. ¿Has visto quienes están en la barra?, ¿qué hora es?, ¿ya terminó el concierto? Sujétame, por favor, no me encuentro bien.
12 respuestas a “LATIDOS ACOMPASADOS”
Me ha encantado. Son como dos trenes condenados a cruzarse diariamente sin tocarse.
Muy, muy buena historia
Creo que tú me miras con muy buenos ojos, aunque te agradezco mucho los comentarios.
INFINITO
Muy bonito. A veces la vida es así, y a menudo ni llegamos a enterarnos. Podría llamarse casicasualidades, o casicoincidencias: Sólo faltaría saberlo para que cambiara nuestra vida, pero lo ignoramos, y nos lo perdemos.
Erre que erre.
Sí, también podrían llamarse desencuentros ¿no?. ¿Qué produce las casualidades? En fin, no sé que ocurrirá con estos dos.
Abrazos suaves.
Totalmente libre para mostrar la nostalgia de dos personas, en dos historias paralelas. Me ha gustado. Destaco lo siguiente
De la primera
«Parece insegura como si se sintiera una hormiga en Nueva York» . Totalmente muy visual.
«Es cierto que desde donde estoy solo puedo ver su cabeza brincar o moverse de un lado a otro, sus manos dando palmadas o meciendo (antes) el mechero y (ahora) el móvil en los temas lentos». Este fragmento me gusta especialmente porque muestra los aspectos de una personas en dos épocas distintas, en solo dos dos líneas.
De la segunda historia, resalto toda. Creo que por sí misma es un microrrelato excelente.
Muchas gracias, Coque.
Besines.
«Debí haberlo intentado»… aunque hagamos el ridículo, aunque nos digan que no… Y como los de tu relato creo que siempre estamos a tiempo… ¿a que sí?
O no. Nunca se sabe.
Besines.
Me ha encantado,…la vida está llena de tantas esquinas comunes para todos…tantos lugares donde nos cruzamos con nuestro futuro…y que no siempre somos capaces de ver…Nuestro tren está en alguna estación…sólo tenemos que saber en que andén se encuentra para subirnos a el.
Hermosa historia….
Me alegra que te encantara, Ana. Buenas reflexiones, sí señora.
Saludos.
Una historia llena de encanto y melancolía. Me ha gustado mucho la fuerza que desprenden los personajes. besos.
Gracias Bárbara. Que alegría saberte de regreso.