La noche es una estrella en tu cucharilla, en la que usas para disolver la zopiclona (sin ella no sería noche; solo segundos, minutos, horas desesperantes). Cuando amanece es cuando te gusta estar en la cama, pero no te lo permiten. Cada mañana te planteas dejar el trabajo. Pero de las letras no se come, no te engañes. Es romántico tener sueños pero no alimentan.
Poco a poco notas la lengua pesada, los párpados que se cierran. Te dejas vencer.
Escrito el 10 de septiembre de 2011