Sus ojos oscurecían la noche. Caminaba despacio entre las calles solitarias.
A lo lejos se escuchaban gritos, llantos, sirenas de coches de policía y ambulancias.
El brazo derecho se balancea llevándole la contraria a la pierna del mismo lado. En la mano izquierda, casi derretida por la fuerza con la que la empuña, la cabeza de plata de un tigre. Desde los rubíes que ocupan las hipotéticas cuencas oculares del felino, reflejando la luz taimada de las farolas, lanza al aire dos punteros divergentes.
El rimel ensombrece una mirada que no necesita adornar su intensidad.
Como único maquillaje extra, su perversa sonrisa.
2 respuestas a “SOMBRAS”
Me gusta. Me lo creo.
Sigue.
¡Qué alegría, con lo difícil que es de creer! Tal vez siga con la historia. 😉