Maspalomas


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Tener el paraíso a una hora de camino es, sin ninguna duda, una bendición. Aquí mi cuerpo y mi alma (si existe) se recargan de energía. La paz que siento con el cuerpo al sol, el rumor del oleaje acallando mi mente, la brisa acunando las emociones; es lo más parecido a la gloria en vida.

Me gusta esta soledad: no escuchar nada más que idiomas que no consigo entender. En realidad, aquí todos hablamos el mismo idioma; la naturaleza nos iguala, nos asemeja todavía más que la humanidad. Solo alguna hélice de avioneta o helicóptero inoportuno, intenta distraernos del auténtico disfrute que supone sentirse uno con el sol, el mar, la brisa y la, a veces incómoda, arena.

Felicidad, paz, sintonía.

Soledad dichosa.

Tranquilidad cálida.

Sabiduría saludable.

Sol, mar, brisa.

Escribir, leer, disfrutar.

Llenar el tiempo con lo que nos gusta; hacerlo, por fin, nuestro: eterno, infinito, pleno en un instante.

Si tuviera que elegir, no sé, lo tendría difícil. El sol puede calentarme en cualquier lugar y condición, siempre que las nubes lo permitan. La brisa abunda en esta isla redonda. Sí,me quedaría con el mar.

El mar es cristalino, fisiológico, revitalizante. Este mar frío que en verano refresca, lejos de entumecernos en invierno, descongela la savia de nuestras venas en unos segundos.

El mar: mi gran amigo, mi infinito confidente. El único capaz de sanarme, de hacerme sentir plena. Tal vez tengo alma de delfín, de anémona, de sirena, de raya o de vieja.

El mar. Formo parte de él, lo he sabido siempre. El forma parte de mí, me conforma.

El mar es mi salvación. Solo con mirarlo me trasmite su inmensidad. Solo con olerlo me inflama de vida. Solo con rozarlo me resetea; devuelve mi contador a cero, me pone a punto, dispuesta para recibir todo lo que la vida me depare. Aclara mi vista para no perderme un solo segundo de infinidad. A él regreso. A él peregrino sin pudor, una y otra vez, siempre que la rutina me lo permite. A él deseo volver en las noches de frío, en las mañanas perrunas, en las tardes agotadoras. Solo él me reconforta. Por él nací, él me sustenta, en él quiero descansar cuando la muerte me convierta en ceniza.

Escrito el 06 de marzo de 2015


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