Cuando algo la desequilibraba se iba a la orilla. El batir oceánico le devolvía la calma. Escuchaba el canto de las olas pero miraba al lejano horizonte inalcanzable y perpétuo. A ese infinito fiel y recto, tan firme en su inexistencia lineal. Allí encontraba la respuesta a todas las dudas. Porque mirar hacia aquel no-lugar equivalía a rebuscar en sus entrañas la verdad. Su verdad; la única que podía salvarla del naufragio.
2 respuestas a “Infinito”
Bonitas palabras. Feliz martes.
Gracias, Junior. Me alegra que te gusten.