Amor fraterno


Desde que nació supo que el universo familiar giraba entorno a su hermano el diferente, el especial. Lo asumió con la misma naturalidad con la que respiraba.

Por eso no le importó que el único globo que compró su padre en la feria fuera para él. Cualquier cosa con tal de evitar una rabieta en la que mordiera, se pellizcara o tirara de los pelos. Además, mejor no estar cerca si ocurría.

Cuando una racha de viento cálido le arrebató el globo de Frozen, se acercó temeroso y le dijo con calma: «Tranquilo, Ale, el sol derretirá el castillo y cuando llueva sentiremos la alegría de las hermanas que podrán de nuevo estar siempre juntas.».

Él también soñaba con derretir el castillo frío en el que habitaba su hermano y poder abrazarlo sin miedo.

Los dos niños miraron las piruetas de hielo en el aire sin dejar de sonreír.


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