Empezó a llover mientras cruzaba. Se echó a correr. Tropezó con la tapa mal cerrada y cayó, cayó, y cayó como la niña Alicia. Desde entonces vive aquí, señor juez. Le aceptamos en el submundo porque está tan loco como nosotros. Asegura que la humanidad tiene futuro. Que acabar con el hambre es solo cuestión de equidad. Que puede evitarse la contaminación y salvar el planeta. Que pueden pararse las guerras, que la paz comienza en nosotros. Que pueden disolverse las fronteras, eliminarse las diferencias de razas, clases y sexos. Que el ser humano podrá vivir por fin en armonía. No debemos juzgarlo, señor juez. Habita entre nosotros por accidente y no es más que un pobre chiflado que aún confía en la humanidad.