La vida nos lleva, en ocasiones, a abrazar a la tristeza sin remedio. La misma vida que nos ha enseñado que no debemos dejar que nos invada por completo ni durante demasiado tiempo. La que nos ha demostrado que bajar los brazos nunca es el camino; al contrario, la lucha contra lo adverso de los elementos es el único método para salir fortalecidos de los baches. La vida está llena de subidas y bajadas, como buena montaña rusa que es, nos eleva o nos hunde a su antojo. Nada es casual, lo sabemos y lo aceptamos. Abrazar lo que venga con la certeza de que todo está bien: lo bueno para coger fuerzas, lo malo para reforzar los aprendizajes.
Vivir con intensidad nos lleva a no huir sino a afrontar. Saber que la vida es un regalo, nos lleva a sentirnos agradecidos por cada instante. Saber que no debemos conformarnos nunca. Tener claro el objetivo del aprendizaje continuo, con afán de superación en cada cosa que emprendamos. Cambiarnos a nosotros para cambiar nuestro pequeño mundo es el único camino para lograr un mundo más equitativo, más sabio y consciente.
No se puede, y sería una estupidez hacerlo, huir de la realidad. Muertes, pérdidas, dificultades tenemos todos.
Todos tenemos heridas.
Amar las cicatrices porque ellas nos conforman.
Hace tres años le ofrecieron a Marina borrar las cicatrices de su cuerpo y ella dijo un rotundo NO. Gracias a mis cicatrices estoy viva, dijo, me siento orgullosa de ellas y no quiero que desaparezcan. Todos los que la amamos nos hubiéramos puesto en su lugar para que abrieran nuestro cuerpo ocho veces en lugar del de esa niñita de ojos grandiosos que era entonces. Pero por mucho que nos doliera, eran sus heridas no las nuestras. Para ella esa válvula forma parte de ella, no recuerda una existencia sin ella, la asume, ha aprendido a amarla y a no sentirse enfadada ni inferior por tenerla. Al contrario, la ama como ama sus cicatrices porque es consciente de que sin ella, sin ellas, no estaría viva.
Al final, todo es cuestión de actitud. No huir, enfrentar; con el ánimo de conseguir hacer lo que hemos venido a esta Tierra: para ser felices. No es fácil, nadie dijo que lo fuera. Vivir cuesta. ¿Acaso no es maravilloso?