No soy más que un gato.
Anidan pájaros en mi cabeza que no alcanzo a atrapar de un solo zarpazo.
Mis ojos yacen vendados por margaritas secas:
cadáveres deshojados por deseos imposibles.
Geometría pétrea abriga mi cara;
encarcela mis labios para impedir que susurren un «te quiero».
No soy más que un gato habitado por noches unánimes que ocultan la luz de tus días.