La otra


26 de octubre de 2039

Disfrutaba de mi soledad en aquel banco cuando alguien ocupó el extremo opuesto. Canturreaba «Sentada en el andén» y entonces, al reconocer mi voz, la miré. Le hablé de los libros de nuestra biblioteca y de los imanes que sujetaban las fotos en nuestra nevera de entonces. Le mencioné todo lo que publicaría en los años siguientes. Entonces se echó a reír y negando con la cabeza me dijo: ¡Solo aspiro a ser la eterna aprendiz! ¡No deseo dejar obra! 

Me gustó comprobar que después de veinte años éramos distintas pero iguales en esencia.

Supe que yo para ella era solo un sueño pero ni Borges me hubiera creído si digo que para mí el encuentro fue real. Por eso inventé este cuento. img-20191124-wa0014-1


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