Lecturas


Cada escritor tiene su propia mirada, al igual que cada lector. Aquí radica, en mi opinión, la magia de la literatura.

En este espacio sólo pretendo dar mi visión de los libros que voy leyendo y, si es posible, abrir un debate con otros lectores acerca de sus propias miradas. Si además consigo animar a alguien a leer, me sentiré satisfecha.

LA VIDA ENTERA (2008, edición en español 2010). Autor: David Grossman. Editorial: Lummen narrativa. Páginas: 807.

Algo sobre su autor

Nacido en Jerusalén en 1954, es escritor y ensayista. Licenciado en filosofía y teatro por la Universidad Hebrea de Jerusalén, desde hace más de veinte años se dedica exclusivamente a la literatura y el periodismo, colaborando con los periódicos más prestigiosos del mundo. Considerado el escritor más importante de la literatura israelí contemporánea, sus obras han sido traducidas a veintiséis idiomas y han recibido premios literarios de gran prestigio. Es además un conocido activista por la paz, tema omnipresente en su producción literaria.

Sobre el libro

Lo primero, me maravillaron las palabras que Paul Auster le dedicó en la contraportada: “El poder y la intensidad de esta novela sobrecogen… Es la obra maestra de David Grossman. Si Flaubert creó a Emma Bovary y Tólstoy a Anna Karenina, ahora tenemos a Ora de Grossman, una mujer de cuerpo entero, más viva que cualquier otro personaje de la ficción contemporánea. Leí las espléndidas páginas de LA VIDA ENTERA de un tirón, las devoré: una experiencia inolvidable.” ¿Cómo no tener grandes expectativas ante tales calificativos? Esperaba mucho más de lo que obtuve.

El libro se inicia de forma sorprendente: con un largo diálogo (todos sin guiones) entre primero dos y luego tres jóvenes (dos chicos y una chica), febriles, entre el sueño y la vigilia, en una sala de hospital. Los tres únicos habitantes (al parecer) del mismo. Sus vidas quedarán entretejidas para siempre. Inicio y tramas muy originales.

Después a través de un largo camino recorrido, mediante diálogos y pensamientos, nos cuenta el pasado, el presente y los temores hacia el futuro de los personajes.

Es un libro para leer con tiempo y sosiego. Las descripciones paisajísticas enlentecen mucho la narración, pero a la vez nos sumergen  en una sensación de paz increíble. Destacaría, sobre todo, las geniales comparaciones poéticas que hace muy a menudo. Por todas ellas merece la pena leerlo. Grossman me parece un maestro de las comparaciones. Sin embargo el final es muy abierto, para mi gusto, tan abierto que no nos enteramos (al menos yo no lo conseguí) de lo que pasa al final con los personajes. Me quedé sin saber. Me gustan los finales sugeridos, siempre y cuando se nos den pistas suficientes para imaginar lo que ocurre (aunque existan varias opciones y podamos decantarnos por una). Pero aquí pensé: todo este tocho y al final me quedo sin enterarme… Una pena la sensación final porque lo cierto es que, mientras lo leía, me sentí mecida por la buena literatura.

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